Las garrapatas son una especie de ácaros que se alimenta de sangre y a pesar de su tamaño diminuto son peligrosas debido a las numerosas enfermedades infecciosas de las que son vectores, como el tifus y la enfermedad de Lyme. Cuando se incrustan en un humano normalmente lo hacen debajo de los brazos, piernas, e incluso alrededor de los oídos, pero nunca en el interior de los ojos. Hasta ahora.

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Un hombre de Kentucky, llamado Chris Prate, acudió al médico debido a una irritación de los ojos y cuando el especialista lo revisaba descubrió que tenía enterrado en el glóbulo ocular una garrapata, la cual tuvo que ser retirada con unas pinzas.

“Lo cierto es que me asusté bastante cuando el médico me dijo la fuente de la irritación. Me incliné y lo miré y le pregunté si estaba bromeando y me dijo: No, tienes una garrapata. Cuando me la quitó recuerdo que la garrapata hizo un sonido, como una especie de pequeño estallido”.

Prate afirmó que la primera vez que notó la irritación en el ojo fue mientras retiraba un árbol de las líneas eléctricas, como parte de su trabajo. Pidió a un compañero que le “checara” el ojo para ver si se le había metido algo, pero no tuvo resultados.

El trabajado recuerda que cuando el médico retiró la garrapata “hizo un pequeño sonido de explosión”. Se fue a su casa con antibióticos y gotas de esteroides.

Algunos de los pequeños animales, parientes de las arañas, se adhieren y se alimentan de un huésped durante menos de una hora. Otros se quedan por días. Los especialistas recomiendan no caer en pánico cuando se encuentran insectos incrustados en la piel.