Crea con sus propias manos un traje de Iron Man que además puede volar

Un genio británico logra que las direcciones en el aire se controlen moviendo los brazos como lo hace Tony Park...

 

iron man

Hace dos años y medio, Richard Browning, un inventor británico de 38 años, decidió que quería volar. Como muchos atrás, tenía el viejo sueño de despegarse del suelo, pero su ingenio y tozudez han culminado en todo un traje de Iron Man -sin incluir las armas- que ha terminado financiado por Red Bull.

 

 

Desde aquel momento y después de intentar elevarse fallidamente con alas y motores de ventiladores eléctricos, Browning ideó un exoesqueleto que imita al famoso superhéroe. Su peculiar traje se basa en la fuerza de seis propulsores, que pueden levantar a alguien de 130 kg, que lleva distribuidos equitativamente: dos colocados en cada mano y dos en la espalda.

 

Su sistema de propulsión se alimenta con queroseno, pero aclara que ha minimizado los riesgos de que el combustible se traduzca en una explosión grave ante una caída fatídica o un choque brutal. Al accionarse con pequeñas cantidades de carburante y al tener un traje a prueba de fuego, afirma que saldría prácticamente indemne. Los extintores que llevan las personas que le acompañan en las pruebas tranquilizan.

Para reducir los riesgos y que no saliera despedido sin control, de momento su obra de ingeniería solo posibilita alcanzar los seis metros de altura y desplazarse durante un minuto. A plena capacidad, aunque todavía no esté listo, podría viajar a 450 km/h mientras se controlan las direcciones con los brazos de la misma forma que lo hace Tony Park en la película.

"Si pongo mis brazos a mi lado, aceleraré muy rápido en el aire. Pero eso no haría eso porque no hay paracaídas", contó a Wired.

Desde la primera versión del traje, que ha costado 50.000 dólares (46.882 euros), lo está mejorando constantemente. Lo último que ha integrado es una pantalla para controlar los niveles de combustibles. Sin esa pantalla, antes le tenía que pedir a su esposa o suegro que miraran el depósito y "juzgar por su expresión facial" cuánto quedaba.

"Un día literalmente podrás caminar por tu jardín, despegar, volar, bajar y aterrizar", dice convencido.

Su padre, Michael Browning, era un ingeniero aeronáutico que dejó su trabajo por el amor a los inventos. Sin embargo, nunca llegó a vender nada y la desesperación por el ahogo económico le llevó a quitarse la vida cuando su hijo tenía 15 años. Richard, que dice que aprendió la lección de que primero se tiene que ahorrar para dedicarse a inventar, vislumbra un futuro en el que habrá trajes de Iron Man.

Por el momento, ha patentado su invento con el nombre de Daedulus, en una clara ilusión mitológica a Dédalo, el griego que escapó de la isla de Creta con unas alas gigantes de plumas que su hijo Ícaro fundió al acercarse demasiado al Sol.

 

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